Los batanes de Birmania resultaron ser las señoras de abajo.
Y aquí otras 2 sincronizadas.
Lucía: están moliendo arroz para hacer galletas gigantes de arroz, muy típicas de aquí, y que por cierto saben a bastante poco. Pero hartan, supongo.
Después fui al baño de nuestra casa, como siempre, en un cobertizo en el patio.
El panorama era ya habitual, pero éste era un poco más avanzado. Esta vez había dos recipientes para el agua para elegir, la lata y la botella, pero sin palito. Y además había un palito con un trozo de tela atado en la punta. No voy a describir su uso en detalle, lo dejo a vuestra imaginación.
La obsesión de Miguel con los retretes me empieza a preocupar... tenemos material para una tesis doctoral.
Desayunamos (más huevos fritos con arroz, ensalada de aguacate muy buena, té), y a las 6:30 empezamos a andar, aprovechando que todavía no hacía calor.
Por la mañana las mujeres iban a realizar donaciones al monasterio del pueblo.
Usaban mucho los carros de vacas, pero siempre con el collar de madera, que tiene que ser poco práctico.
No se aprecia en la foto, pero por ese camino no habría podido pasar un todoterreno. Las vacas parecen ser más versátiles.
Y la gente con las tareas del campo.
Paramos en una especie de tienda-bar después de andar unas 2 horas. Cuando vi que el baño estaba allí en un cobertizo de cemento, pensé que iba a encontrar algo de más calidad. Y no me equivoqué.
¡Aquí había hasta para dejar el papel higiénico usado! Papel, que por supuesto, tenías que llevar tú.
Como tenían un puesto en el que estaban preparando nueces de betel, pedimos unas para probar. ¡Están malísimas! Es muy, muy amargo. Lo más parecido que conozco es el regaliz.
No se parece en nada al regaliz. La nuez sabe ligeramente a nuez moscada (además se parece mucho), además le ponen especias como cardamomo. En la versión estándar incorporan tabaco (y se aseguran así de que sea adictivo), a nosotros no nos pusieron.
Así nos la hicieron:
Y así nos las comimos:
Proseguimos nuestro camino. Mientras tanto, ya conocíamos un poco más al guía, así que Lucía se dedicaba a charlotear con él. Yo iba algo detrás de ellos, y les escuchaba conversaciones la mar de divertidas.
Guía: "¿Habéis montado alguna vez en avión? Mi sueño es alguna vez, poder montar en avión. ¿Se mueve mucho?"
Lucía: "Pues si hay turbulencias, a veces sí. Pero mira, ya sabes que acaban de sacar el nuevo Airbus A380, pues como tiene el fuselaje tan ancho, no se nota cuando despegas. Es como una vaca volando"
O por ejemplo:
Lucía: "Sí, lo de meditar está muy bien, ¿pero en qué piensas cuando estás rezando?"
Guía: "Pues en lo que quieras. De todas formas los jóvenes no rezamos muy bien, los viejos rezan mucho mejor"
Lucía: "¿Y eso por qué?"
Guía: "Porque los jóvenes mientras rezamos pensamos en que queremos ganar mucho dinero y ser muy ricos"
Lucía: "¿Y los viejos?"
Guía: "Los viejos no, ellos piensan sólo que se van a morir pronto y entonces rezan mucho mejor"
Vamos, que tener una grabadora para estas conversaciones hubiese sido impagable.
Se me ocurrió preguntarle si se podía nadar en el lago Inle. Me dijo que no lo sabía, porque él no sabía nadar. Estamos hablando de un chaval de 21 años.
Pasamos al lado de una estructura de madera muy rara que parecía una escalera que no llevase a ninguna parte y le preguntamos al guía que qué era. "Una plataforma para lanzar cohetes", contestó. Sí, claro, o una base de submarinos. Pues resultó que sí que era, pero para lanzar cohetes en las fiestas y celebrar cosas.
Al llegar ya cerca del lago, había un puestecito donde nos cobraron una "tasa gubernamental" por acceder a la zona del lago siendo extranjero. Si pasas a 50 metros de la caseta, ya no hay que pagarla.
Llegamos a una especie de bar muy cerca del lago a las 10:30. El guía nos dijo que íbamos a toda velocidad y que era la primera vez que llegaba tan pronto. Nos tomamos un zumo de coco antes de ir a coger el barco porque teníamos algo de tiempo de sobra.
Ya se veían los primeros canales que llevaban al lago.
Para cultivar arroz se planta primero la semilla en un criadero especial como el de abajo.
Cuando ya está lo suficientemente grande se arranca con cuidado de no dañar las raíces y se pone en un barquito (el medio de transporte de la región del lago).
Se lleva en barquito hasta la charca definitiva y se dejan allí las matas pequeñitas de arroz.
Y allí se vuelve a plantar para que crezca con más espacio.
Allí nos despedimos del guía, nos montamos un un barco y empezamos a ir por los canales avanzando en dirección al lago. Al principio es agua es color tierra.
Pero poco a poco se va viendo más limpia.
Los pobladores de la región del lago son una tribu especial que desarrolla casi toda su vida sobre el agua. Allí tienen sus casas, almacenes, tiendas, templos, cultivos, talleres...
Mis vistas hacia atrás:
Miguel, como hombre precavido, lleva su chaleco salvavidas y todo. Creo que era el único de todo el lago que lo llevaba.
Este señor venía de recoger su cosecha de cebolletas. Sigo sin tener claro como su manera de remar es compatible con la ley de la gravedad.
Esto creo que es un almacén.
Os pongo un par de vídeos para que os hagáis una idea de cómo son los canales.
Al cabo de un rato salimos de los canales y llegamos al lago. En el barco sólo vamos el barquero, Lucía y yo. Una foto hacia atrás.
Ellos viven tradicionalmente de la pesca, el cultivo sobre el agua y del teijdo. Las barcas son pequeñas y ellos van sólo uno en cada barca, así que han desarrollado un método especial para poder remar y a la vez echar las redes. En vez de remar con las 2 manos, reman con una mano y la pierna. He hecho montones de fotos del proceso, así que pondré unas 20 para que os hagáis una idea del proceso. Y si os cansáis de ver barcas, consolaros pensando que vosotros tardáis menos en hacer "scrolling", bajar la pantalla para abajo, de lo que yo he tardado en subir la foto.
Barco de transporte.
Este pescador es de lo más típico de Inle. El cono ése es una red, la sumergen con la punta hacia la superficie. Los peces tienen que ser un poco lentos por estos lares.
El de abajo está en plena acción con las montañas al fondo.
De cerca:
Tras cruzar el lago, volvemos a coger los canales para ir al pueblo donde nos íbamos a quedar (Nyaungshwe, al norte del lago)
Casas de cerca.
Arreglando la casa a la orilla.
Transporte por los canales.
Llegando ya al pueblo.
Y ya llegamos al embarcadero del pueblo. Nosotros nos quedamos sobre la tierra, que probablemente sea más seguro.
Nos quedamos en un hostal la mar de mono que nos había recomendado una compi de cole de Lucía (gracias, Marta!). Después del viaje desde Kalaw, aquello era un paraíso.
Después alquilamos unas bicis y por la tarde nos fuimos a visitar unas bodegas en una colina cerca del lago donde hacían vino birmano.
El sitio muy bonito, el vino, bastante mejorable.
Después de anochecer volvimos pedaleando al pueblo. Yo no tenía mucha hambre, (estaba malo!!!) pero a Lucía se le antojaron una especie de empanadillas que estaban friendo en un puesto callejero (como cambia la realidad según los ojos del que la mira... yo no quería ir a cenar porque en cuanto yo comía algo Miguel picaba de lo mío y se ponía peor de la barriga, así que decidí ayunar por su bien, o al menos comer para llevar y poquito). Nos dijeron que tardaban 10 minutos, así que nos metimos en el bar adyacente a esperar. Yo me pedí lo que me pido casi siempre, una taza de leche condensada con té negro. Estaban todos los birmanos viendo la tele cuando se fue la luz. Los del bar simplemente empezaron a repartir velas. Se notaba que lo tenían entrenado. Abajo se ve el bar. Los taburetes de la guarde son clásicos. Con el suelo de bambú hay que tener cuidado, porque yo creo que no está calculado para mi peso y esto cruje que no veas.
Nos llevamos las empanadillas a comerlas en el jardín del hotel.
Me dieron un montón de empanadillas... no nos entendimos bien, yo le di 80 céntimos y creía que me iba a dar 3... resulta que eran 3 por cada 10 céntimos, así que el señor me quería dar 24. A las 16 conseguí pararle. Desde luego, comer es barato.
¡Y a poner la mosquitera y a dormir!
Que ilusión que salgo en el post (espero ser yo esa Marta "amiga del cole" y que cuando volváis Lucía siga jugando conmigo en el recreo)
ReplyDeleteEl francés y yo queremos más noticias!! Besotes pareja
Claro, te puedo dar un poco de mi bocata y nos vamos a saltar a la comba juntas!!!! No pidas más noticias, que Miguel está con mono de escribir y despiertas a la bestia!
ReplyDelete¡Besotes a los dos!