Soliamos hablar con el supervisor del hotel, un chico bastante más joven que yo, pero que como era el único que hablaba inglés decente, allí era el rey del cotarro. Hasta sabía un par de palabras de español. A mí me hacía mucha gracia que todas las noches, cuando nos veía, nos decía "Dulces sueños", que es como él creía que se decía "Buenas noches".
Así que nada, os pongo algunas fotos de pagodas, no muchas, para que no os aburráis. Las pagodas más divertidas eran las que tenían escaleras para subir arriba y ver las pagodas de alrededor.
Lo de abajo creo que sólo está regular de permitido, porque hay que quitarse los zapatos y los calcetines antes de entrar a cada pagoda. Pero en esta no había nadie en al menos un kilómetro a la redonda, estaba derruída y no creo ni que estuviese santificada. Tuvimos que andar entre zarzas para entrar. Realmente lo del respeto en las pagodas birmanas es muy partícular, porque no puedes llevar zapatos ni calcetines, pero los birmanos entran con sombreros, se hinchan a hacer fotos con flash de los budas posando toda la familia, sacan los cuenquecillos y se ponen a comer sentados en el suelo, a veces duermen dentro de los templos...
Por los 3 caminos asfaltados se iba bien, también por las pistas de tierra apisonada, pero había caminos que eran de arena que eran un suplicio con las bicis. En la de abajo se ve a Lucía de fondo, que venía más despacio. En la palmera del centro había una escalera de bambú apoyada de las que usan los birmanos para coger los cocos. Por cierto, los cocos en el Sudeste asiático no se parecen a los cocos del Caribe. Los de aquí no son marrones y fibrosos por fuera, se parecen más a una sandía abollada. Creo que ya he puesto fotos alguna vez antes.
Algunas pagodas famosas tienen puestecitos ambulantes. Abajo uno de betel.
La pagoda de abajo estaba en reconstrucción, pero aún así era muy bonita. Ésta era la puerta al patio interior. ¿Os he dicho que me encantan los andamios de bambú?
Escalera para subir al tejado:
Ellos dan muchas veces al pasar a las campanas con un palo. Todavía no he conseguido identificar en qué momento lo hacen. Parece aleatorio. En cualquier caso, como lo hacían de niños a abuelitas, me atreví yo también, aunque más bajito.
Había pagodas también al lado del río. Muchos lugareños venían en barco a peregrinar a la zona, aunque la mayoría venía en camioneta.
Lo más curioso de ese día eran las fotos que nos hacían los birmanos que venían de las zonas rurales a peregrinar y que no conocían occidentales. (O a lo mejor sí que los conocían pero no eran tan atractivos y varoniles como yo). Como Lucía ya ha escrito sobre eso, no lo voy a hacer yo, pero vamos, daría para varios post. Ese día pudimos hacernos fotos con 70 personas la mar de fácilmente. A Lucía le cansaba y quería irse pronto para evitar que nos acosaran, pero yo estaba en mi salsa. Alguna vez les dimos la cámara para llevarnos un recuerdo nosotros también. Bueno, voy a poner alguna foto, que no puedo resistirme, pero con comentarios de sólo una línea.
Ejemplo de foto con familia pequeña (las había también de 10-12).
A la primera del grupo le daba vergüenza y se tapaba la boca con la mano, pero luego querían todas:
Y a los más pequeños:
Como curiosidad, las viejecitas son más exigentes que las jovencitas. Todo por señas, pero se las entiende. Que si quítate las gafas para que quede mejor la foto, ponme la mano en el hombro... y desde luego, cuando las cojo en brazos, pesan bastante más.
Una vez cogí yo mi cámara y les hice una foto a ellos (esperaban pacientemente su turno para las fotos alrededor).
El del sombrero es uno de los fotógrafos profesionales que viven en el pueblo que está al lado de esta pagoda. Como los birmanos rurales no tienen cámara, estos hacen las fotos, las procesan con un Photoshop pirateado en una chabola al lado y se las imprimen con una impresora Epson más bien malilla. Luego se las llevan como souvenirs y las ponen en las paredes de sus casas o tiendas. Vimos en muchos bares fotos de la familia del dueño posando en diferentes pagodas del país. Vamos, que un montón de gente va a ver mi foto todos los días durante un buen par de años antes de que la foto se quede descolorida.
Realmente los fotógrafos hicieron el agosto con nosotros y luego no quisieron darnos ninguna gratis, pero yo me empeñé en llevarme alguna de las suyas de recuerdo. Creo que me cobraron al menos 5 veces más que a un local (las jovencitas a las que había levantado en brazos me hacían señas como que era una barbaridad, me las encontré luego saliendo de la tienda de las fotos orgullosas con MI foto). Pero fueron sólo unos 50 céntimos.
Éste era el estudio de fotografía. Ahí estaba eligiendo con los de allí la foto que más me gustaba. Los birmanos no se estaban callados, sino que también opinaban y comentaban todo el rato (por supuesto, no hablaban de inglés nada más que para contar el dinero)
Ahora que estaréis menos aburridos os coloco una última pagoda por la que pasamos de camino a casa.
Como Lucía estaba medio mala, cenamos en el restaurante del hotel. Como cenamos a horas españolas, éramos los únicos clientes y había como 6 ó 7 camareros. Se esfuerzan muchísimo, pero creen que tienen que intentar imitar como se hace en Occidente todo, y les sale sólo regular. Pero quedan monos y todo. Es difícil de explicar, pero por poner un ejemplo, a lo mejor alguien ha visto en una película que el vino hay que servirlo un poco, darlo a degustar y cuando el cliente afirme, llenar el vaso y el del otro comensal. Pues a lo mejor esta gente hace lo mismo con una lata de Sprite, y queda algo cómico. Pero el caso es que ellos lo intentan con su mejor intención.
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