Saturday, March 8, 2014

Bangkok - Y más

El día siguiente por la mañana nos cambiamos de hotel. El que teníamos no tenía internet nada más que regular y tampoco era ninguna maravilla, y por 36 € la habitación doble no era barato, así que decidimos probar otro. El procedimiento fue éste, hicimos el checkout del hotel, cogimos las mochilas y nos fuimos en metro a otra parte de la ciudad a ver qué veíamos. Yo no soy muy quisquilloso, me vale con que tenga un retrete occidental y no sea la versión local. La versión local consiste en un agujero en el suelo con una palangana de agua y una cesta de basura al lado. La idea consiste primero en intentar apuntar. Tras soltar lo gordo, como no todo el mundo es francotirador y fallar es humano, coges agua y la vas echando con un recipiente en el suelo estratégicamente para conseguir que lo gordo caiga en el agujero. Con buen discernimiento, porque los recursos, i.e. el agua de la palangana, son limitados. El agua la puedes usar también para una limpieza de bajos. A veces hay papel higiénico y otras veces se sobreentiende que la tienes que llevar tú. El papel usado, por alguna razón, no se puede tirar al mismo sitio que el mojón, y hay que ponerlo en la cesta de al lado. Lo bueno es que puedes comparar con los papelillos anteriores y ver si tu color es comparable a la media.

Al visitar los albergues, los evaluábamos concienzudamente con nuestros respectivos criterios. Lucía insistía en ir a visitar las habitaciones, mientras que yo sacaba el móvil para ver si la señal de WiFi era buena.

Al final encontramos uno que nos gustó por menos de 20 €.

Como no teníamos mucho tiempo porque teníamos que ir luego a la embajada de Myanmar/Birmania a recoger nuestros visados, fuimos a visitar cosas de la zona. Primero una pagoda que había cerca. La gente daba ofrendas todo el rato. Las ofrendas iban desde un zumo de naranja si tenías sólo algún pecadillo hasta pagar a 8 danzarinas para que bailasen 10 minutos, si realmente la habías líado parda. El de de la foto con sólo unas flores en la mano y los palillos de humo, probablemente se hubiese saltado un ceda como mucho.

Y luego Lucía (y ahí prometo que fue Lucía) ya tenía marcado en su lista en ir a ver el "templo de los penes", que también estaba cerca. El templo llevaba desde tiempos inmemoriales en una zona que había sido posteriormente remodelada, así que para llegar había que meterse en el parking de un hotel de 5 estrellas. Eso ponía en la guía, así que allá fuimos. Como no lo encontrábamos, estábamos dando vueltas por el parking, hasta que llegó un tío de seguridad, que nos tuvo que ver merodeando por allí con pintas de no ser clientes y antes de que le dijésemos nada nos mandó (en tailandés) que fuésemos hacía una escalerita llena de mugre que había en un lateral. Pensábamos que nos estaba echando, y que nos mandaba por la salida de servicio para no molestar en la entrada principal, pero al cabo de un minuto, al lado de la lavandaría y las cocinas del hotel estaba el mini-templo. Al parecer, aquí venían mujeres con ofrendas para la fertilidad. Nótese el traje de novia que había dejado alguien a la derecha.

Algunos desde luego tenían más imaginación que otros.

Comimos en una especie de centro comercial, pero sólo de comida, donde van al mediodía los trabajadores de los centros de negocios de la zona. También bastante curioso, pero no nos quedamos mucho.

Fuimos después a la embajada de Myanmar, y por fin me quedé la mar de tranquilo cuando nos devolvieron nuestros pasaportes. A partir del día siguiente, teníamos 28 días, el máximo del visado de turista para visitar el país.

El cartel de abajo estaba en la alambrada de un colegio, en el que presumían de los niños a los que mandaban a los campeonatos internacionales de matemáticas. Pobres niños.

Cogimos luego el barco, nuestro medio de transporte preferido, para ir a Chinatown al atardecer y cenar allí.

En Chinatown compramos alguna cosa y todo. Resulta que Lucía está obsesionada con los mosquitos que ni que fuesen los Charlies (www.youtube.com/watch?v=BVM8Vpked6o), así que antes de salir de Munich se había estado aprovisionando de:

  • Spray para la piel del 50% de DEET (lo más alto que había en la tienda). Yo no sabía que era eso así que lo miré en la Wikipedia: "Desarrollado por el ejercito de los Estados Unidos, tras la experiencia la guerra en la jungla de la Segunda Guerra Mundial. Entró en uso militar en 1946. Se usó en Vietnam y en el Sudeste asiático." Vamos, que estaba yo bastante más tranquilo antes de saber lo que era.
  • Spray para impregnar la ropa antimosquitos. Yo no sé por qué no sirve para esto el anterior, pero al parecer éste es todavía más fuerte. De corrosivo o cancerígeno, eso sí que no sé cómo es.
  • Una mosquitera de 2 x 2 metros de largo. Lucía había estado un montón de rato mirando mosquiteras, y al parecer esta estaba recomendada por los Navy Seals por lo menos.

Sin embargo faltaban cuerdas para colgar la mosquitera, así que fuimos en su busca en Chinatown. En Chinatown hay tiendas monotemáticas de todo lo inimaginable. Lo malo para encontrar algo, es que no hay ningún orden lógico. Encuentras un puesto de todo tipo de picaportes con otro de consoladores a la izquierda y otro de ballestas a la derecha.

Al cabo de un rato encontramos una tienda dedicada sólo a las cuerdas y a herramientas de cortar cuerdas. Con 3 empleados. Le preguntamos que a cuánto cuesta el metro y le pedimos 10 metros. El tío nos explica que su procedimiento para medir es que él sabe que su tienda mide 4 metros de largo, así que manda a su mujer al fondo de la tienda con un extremo poniéndose él en el frente y van contando. Espero que los puentes no los fabriquen los tailandeses con la misma precisión. En la foto se ve al fondo de la tienda a la mujer agachada para poner la cuerda en el suelo y que estuviese recta.

Un camión de bomberos:

Templito del barrio chino:

Cableado eléctrico de las casas y los enganches callejeros:
Y otras fotos para que veáis el ambiente:

Al llegar al hotel por la noche vimos como la calle paralela a la nuestra estaba llena de locales de "peluquerías" y salas de "masaje", con las peluqueras y masajistas exhibiéndose en las aceras. Resulta chocante la gran presencia de "ladyboys" por allí. (Mamá, un ladyboy viene a ser lo que en Balconete se ha llamado un travelo toda la vida, no hace falta que lo busques en el Google, que a lo mejor te asustas con lo que sale) Todavía no tengo claro si es que a los thais les mola ese rollo o si es a los turistas occidentales que van a los que le gusta ese rollo.

Y tras unas cervezas a dormir, que al día siguiente tocaba ya el vuelo a Yangún / Rangún o como se llame en español la capitar de Myanmar / Birmania.

 

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