Saturday, March 15, 2014

Mercados birmanos con bonus



El segundo día de Yangón (Rangún es el nombre que le dieron los británicos, Yangón el antiguo) volvimos a nuestro pasatiempo favorito del Sudeste asiático: visitar mercados.

Como todos los que hemos visto hasta ahora, los mercados de Yangón son la mar de coloridos, muchísima gente vendiendo, comprando o pasando el rato. Hay dos grandes diferencias, de todas formas: la primera es que no nos hemos cruzado con casi ningún occidental por nuestros paseos en Yangón. En Bangkok veíamos a unos 5 occidentales por hora, mientras que aquí vemos uno o dos al día. La segunda son las condiciones de la mercancía... Para esto me voy a remitir a las fotos. En cualquier caso, es mejor que nos hubiésemos ido el primer día a cenar a un restaurante birmano, porque creo que no habría ido después de ir al mercado. Aunque pa que nos vamos a engañar... a mí me puede el estómago. 

Esta es la pinta que tiene un mercado en Yangón: una calle cualquiera, un día cualquiera. Frutas + carne + pescado + cosas sin identificar + mucha gente = mercado. 


Aparte de las obvias, hay diferencias más sutiles que sólo se aprecian si se observa la mercancía en detalle:


(esto a mí me ha dolido especialmente)

Los puestos de fruta siempre son especialmente fotogénicos:


Por si os estáis preguntando qué es lo que llevan las señoras en la cara: es el maquillaje tradicional birmano, se hace con la corteza de un árbol. Cojen un trozo del tronco, lo frotan sobre una piedra con un poco de agua y sale una pasta beige. Se la ponen por la cara para estar monas y protegerse del sol. 

También hay puestos que no son tan fotogénicos, pero no por ello menos interesantes:


(nota: los puntos negros son moscas)

Con esta foto voy a hacer trampa: la foto está tomada en el mercado de Bagan (al que fuimos un par de días más tarde), pero ejemplifica muy bien un puesto de pescado típico:


Para ser fieles a la realidad, aquí uno de Yangón:



En una parte del mercado vimos que ponían las verduras en bandejas de estas tan monas de bambú, formando una línea en el centro de la calle. 


Al principio yo pensé que era sólo por motivos estéticos, pero aquí (casi) todo tiene un motivo:


Recuérdese: una calle cualquiera... 

Con esto os podéis hacer una idea del mercado birmano. Un par más de bonus: el día anterior fuimos a la pagoda más importante del país (Shwedagon), y aunque Miguel ha puesto muchas fotos del ambiente, pongo alguna más para que esté completo (o en otras palabras: porque a mí me gustan más). 
Un par de apuntes culturales: todas las pagodas (independientemente del estado de su suelo) se visitan totalmente descalzo, sin calcetines. En esta pagoda, eso implica cruzar una calle de coches y subir bastantes escalones entre puestos de comida y manchas de color dudoso, con señores varios escupiendo al suelo (por motivos a ser aclarados en un post posterior)

Segundo apunte cultural / curioso: Aung San Suu Kyi (la líder del partido por la democracia que se ha llevado mil años en arresto domiciliario) vive en Yangón, y como buena birmana (son muy religiosos) viene a la pagoda de vez en cuando. Según el día de la semana en el que hayas nacido tienes que rezar en una parte de la pagoda o en otra. En el que le toca rezar a ella (el de los martes) hay una cámara de seguridad (la única que vimos en toda la pagoda). Esto es cultura de la Lónli (nuestra guía).

Y ésta, que no entiendo cómo se le puede haber pasado a Miguel con lo que le gusta un monje: nada menos que dos monjes, en la pagoda más sagrada de toda birmania, comprobando su cuenta de Facebook:


Y al final del mercado: Miguel intenta pedir un té negro que resulta ser un café con posos para leer el futuro de toda la humanidad. Yo me tomo la cervecita del medio día que siempre es un seguro (una pinta). En el segundo intento Miguel consigue que le pongan su té. La cuenta: menos de 1€. 



En Singapur volvemos al mundo online, a ver si conseguimos bajarnos apps para procesar fotos y ponernos al día!






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