Tampoco nos lo explicamos, Miguel es morenito como ellos, yo también morena. Le sacamos la cabeza a casi todos, eso sí. Pero vamos, que pobres los rubios de ojos claros. Pero bueno, me explico.
Cuando llegamos a Bagan ya vimos que había bastante gente. Nos enteramos que son las vacaciones escolares, y que por eso había muchos locales que venían a visitar. Ir a Bagan es como el Rocío, vas rezando de templo en templo, con tus mejores galas y gran parte del tiempo de cachondeo. Creo que aquí hay menos alcohol, eso sí.
Todos somos turis aquí, aunque con diferencias. Ellos van en unas furgonetas pick-up, con un tejadillo y dos bancos a la parte de atrás. Los bancos son decorativos, dan para unas seis birmanos en total y de ahí salen como mínimo 15 por furgoneta. Dos o tres siempre van de pie agarrados al susodicho tejadillo.
Pongo esta foto porque se ve algo mejor que otras, pero normalmente también van 4 ó 5 sentados en el tejado.
Los occidentales vamos en bici, en motillo eléctrica, en coche de caballos, en autobús de tour organizado o en coche con conductor. Nosotros estamos en el último eslabón de la cadena y somos deportistas y nos movemos en bici.
La dinámica es casi la misma para todos, birmanos y resto del mundo. Vas al siguiente templo, te vuelves a quitar las sandalias, ves el templo, te postras un par de veces delante del buda más grande que encuentres, y sigues al siguiente templo. Nosotros nos solemos saltar lo del buda, y solemos hacer más fotos que ellos.
La gran diferencia llega cuando, tímido y con un inglés regular o por señas, uno de ellos te pregunta "foto, please?". Reacción natural - "Sí, dame la cámara, poneos allí todos juntitos delante del Buda" - pero te paran muy rápido y te señalan repetidamente con el dedo - ¡¡¡¡quieren una foto contigo!!!
Así que se pone primero la mamá con los hijos, y el papá saca la foto. Tú te vas a ir, pero papá te para, porque él también quiere una foto, así que le da la cámara a la mujer y te vuelves a poner. Y después se pone la tía, y la abuela, y el abuelo, y el primo segundo, y así hasta unas 10 - 15 fotos por grupo y unos 3 ó 4 grupos.
Y a mí que no me gusta que me hagan fotos... esto está siendo terapia por exposición.
En uno de los templos fue especialmente bestia. Además, Miguel, que estaba encantado de que le dijeran "handsome, handsome", se dedicó a subir a hombros a los chiquitines y a coger en brazos a las adolescentes, así que más venían. Cuando la abuela gordita insistió en que también quería que la cogiese a ella en brazos ya paró. Como pago por sus excesos ahora tiene un boquete de un palmo en la entrepierna del pantalón.
En este templo había fotógrafos "profesionales", que imprimían la foto en papel normal en un cuartuco anexo y las vendían. Hicieron el agosto con nosotros, pero aún así no nos quisieron regalar ninguna. Compramos una como recuerdo a precio de occidental (menos de 50 céntimos)
El momento cumbre llegó cuando un monje, de esos a los que siempre intentamos hacerle fotos subrepticiamente, nos hizo unas 20 fotos con todos los miembros de su familia, y al final insistió en hacerse una con Miguel también. Conmigo no, que soy mujer.
Al final le acabamos cogiendo el gusto, yo entrené mi mejor sonrisa y Miguel se fue con el ego algo más por las nubes que de costumbre. Handsome, handsome!
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