Queríamos salir ese día por la noche en autobús nocturno hacia las ruinas de Bagán, pero como lo decidimos todo en el último momento, no había plazas, así que nos tuvimos que quedar otra noche más en el mismo hostal. Y para entonces ya no quedaban habitación individuales, así que nos tocó el dormitorio común. Teóricamente había internet, pero no funcionaba, así que no era fácil saber si podíamos ir mejor en avión o de otra forma.
Salimos la mar de contentos por la mañana encaminados hacia la zona del mercado. Con ánimo de exploradores, y sobre todo yo, la mar de contento, pues las niñas de 16 años del hostal me habían dicho que yo era la mar de guapo.
Andar por Yangón es una aventura. Realmente es muy distinto a Tailandia. Aunque para algunas cosas, como los cartelitos y avisos, son igual de monos. Abajo están algunos ejemplos de carteles en una obra que curiosamente estaban en inglés.
Traducciones de estos avisos para los trabajadores de la obra (estaban a la entrada):
- Este lugar de trabajo es tu segunda casa. Mantenla cuidada diariamente
- El derroche de hoy es la escasez de mañana
- Trabaja en equipo, trabaja de forma segura. Hazlo por tu familia
- Protege nuesto medio ambiente, mañana estaremos salvados
Luego llegamos al mercado, que realmente es lo que más nos gustó de Yangón. Os pongo alguna foto yo, que no haya puesto Lucía:
Puesto de fruta que sólo puedo describir como mandarinas gigantes:
Había puestos callejeros que vendían bebidas frías todo el día, lo cuál tiene mérito sin tener electricidad. Había unos "heladeros" que cargaban bloques de hielo en carros por las calles. Yo los bloques esos de hielo sólo los había visto antes en los tebeos del botones Sacarino.
Jugando a las damas pero en versión low-cost:
Nos pasamos toda la mañana dando vueltas por la ciudad.
Por la tarde decidimos buscar algún sitio con internet. Los del hostal nos habían reservado un autobús nocturno para el día siguiente, pero nos faltaba el hostal en Bagán. Buscar internet es la mar de complicado en Birmania, pero Lucía tuvo la buena idea (y el morro) de ir al Trader's, uno de los mejores hoteles de 5 estrellas justo en el centro. Allí, por el precio de las bebidas (a precios europeos) tienes internet que va como un avión durante el tiempo que quieras. No hemos vuelto a encontrar una conexión así en todo el país, los del hotel tenían que tener una parabólica como un radiotelescopio. Además de internet, tienes aire acondicionado, tocan el piano en vivo, y tienen un baño impecable. Esto último era importante porque como ese día nos tocaba dormitorio con baño compartido, era bueno dejar lo "gordo" en otro sitio.
Una de las mejores cosas de los puestos callejeros era el zumo de caña de azúcar. Tenían una máquina metálica con dos rodillos a través de la cual pasaban los palos de la caña de azúcar. Para aprovecharlos bien los pasaban 5 ó 6 veces cada una. El jugo que rezuma, junto con un poco de agua y zumo de lima te lo ponen en un vaso. Es mejor no ver cómo lavan el vaso. Lucía se quejaba de que estaba demasiado dulce, ¡pero estaba bueníiiiiiiiisimo!
Esto de abajo es un puesto de arroz. Con los distintos tipos.
Le hice un montón de fotos a los andamios de las obras. A mí los palos de bambú con las lianas no me inspiraban mucha confianza, pero a ellos se les veía la mar de sueltos.
Y por último cena en otro sitio que encontramos por la calle. Creo que cenamos los dos por 1 euro y medio.
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