Nos recogió el barquero en el hotel por la mañana. No sabía nada de inglés, así que nos hacía de conductor, pero no nos podía contar nada. Salimos del muelle del pueblo a dónde habíamos llegado el día anterior (también conocido como Nyaungshwe). Miguel le tiene alergia a los nombres.
Decidimos salir tempranito, a las 7:30. Los días que no hay mercado te dicen que no hace falta que vayas tan temprano porque es más tranquilo de todas formas, pero queríamos coger el ambiente de por la mañana en el lago. A estas horas los barcos están todavía anclados en el muelle. Los de turistas se reconocen por las sillas que tienen amontonadas en la cubierta. Cuando te montas te ponen tu silla, un cojín y una manta de flores (sí, a pesar de tener una temperatura de 30 grados durante el día hace fresco por la mañana).
Salimos por la mañana y ya estaba la gente con las tareas. Con la ducha.
O fregando los platos.
Miguel saludando a las fans que le tiraban besos desde los muelles, nuestro barquero al fondo:
Primero fuimos por el canal hasta llegar al lago en sí. Había algunos birmanos haciendo el tonto, supongo que para los turistas, porque me parece bastante poco práctica esa postura.
Para turistas o no para turistas, saben posar:
Como era pronto, se veían todavía con un poco de niebla las montañas de alrededor.
Creo que ya conté en el último post que tienen una forma curiosa de remar con un pie, para quedarse con una mano libre. Les parece más práctico hasta cuando no es necesario.
Primero fuimos a la zona de los jardines flotantes, que yo creo que es lo que más nos gustó. La tribu de la zona vive tradicionalmente de la agricultura SOBRE el agua. Y lo de sobre es muy importante, porque realmente todo lo que plantan es flotante.
Apuesto joven en la zona de los jardines flotantes. Éste es coqueto y lleva maquillaje. En general, los birmanos (y birmanas) me parecen más guapos que otros asiáticos que hemos visto (thais, chinos o japoneses). Tienen los pómulos más altos y una constitución más elegante, además de unas matas de pelo envidiables. Está claro que tanto Miguel como yo vivimos en el país equivocado.
Nuestro barquero era la mar de enrollado, y como nos vió más jóvenes que otros y éramos sólo 2 (y no muy gorditos), se paró en los mismos jardines para que nos subiésemos.
Donde está nuestro barquero en la foto de arriba es una colección de algas flotantes donde se ha acumulado (más bien lo acumulan ellos) tierra y plantas diversas. Supongo que el cultivo hidropónico será algo parecido. Cuando lo pisas, notas como se hunde unos 15 centímetros, es un poco como subirse en un flotador. Tus pies quedan en cualquier caso por debajo de la superficie. Lucía iba con chanclas, pero yo iba con zapato cerrado y calcetines y me pasé el resto del día con los pies mojados.
Aquí se ven detrás de Lucía un poco mejor los surcos, con los canales intermedios para pasar en barco. En la primera isla / surco se ve el espesor del jardín a través del agua. En la zona en la que estábamos tenían tomates (plantas pequeñas que acababan de transplantar). También vimos judías y pimientos, por lo visto cultivan de todo.
Casas de la zona.
Señora cultivando tomates con longy a juego:
Éste señor viene de recolectar un montón de algas y va ya para casa. No tengo ni idea de qué harán con ellas. Especulamos que podrían ser para combustible, pero se nos olvidó preguntar.
La recolección de algas era la mar de popular. Por alguna razón, ésa era tarea sólo de hombres (mientras que la mayoría de los que sembraban eran mujeres). Llenaban la barca hasta que el borde estaba prácticamente al nivel del agua.
Luego nos fuimos a visitar pueblos cercanos. Ver un pueblo entero sobre pilares en el agua y cómo vivían haciendo todo sobre el agua era impresionante.
Con el dinero de los turistas, tenían hasta un colegio de lujo.
Y más vídeos, que al final creo que es lo mejor para hacerse una idea. Y eso que mis vídeos son malísimos, pero para eso son mejores que las fotos.
Las casas tienen un cobertizo con el baño separado del edificio principal.
Hay edificios más grandes, como tiendas o negocios.
El latifundista del pueblo, pone una cerca en su "jardín particular". Y como tiene más sitio, también pone el cobertizo del baño más lejos.
Si os habéis fijado, los de la tribu ésta son bastante escrupulosos, porque ponen también paredes de bambú en la parte de abajo del cobertizo, para que no se vean los mojones cuando caen ni salpiquen a los que pasen cerca.
Fuimos a unos talleres de tejidos que tienen en medio del lago. Hacen las telas con algodón, con seda o hebras del loto del lago. La de abajo está extreyendo las hebras del loto. Se extraen del tallo, lo cortan un poco y cortan un poco del extremo (como cuando le quitas las hebras a las judías). La "babilla" es la hebra, la pega en la mesa que tiene abajo hasta que tiene varias para hacer un hilo. Es más cara que la seda, viendo el procedimiento para obtenerla no me extraña.
Luego, lo hilan para crear un hilo largo.
Y luego ya se usan en los telares, depende de lo que quieran hacer, lo colorean antes o no. Pero como era luna llena, allí estaba casi todo el mundo de vacaciones, y los talleres, donde podrían trabajar a lo mejor 50 personas, estaban vacíos. Lástima. De todas formas vimos como 2 ó 3 trabajando. Una hablaba un poquito de inglés, y me dijo que es que ella ya había ido al templo por la mañana y estaba exenta por el resto del día, así que podía trabajar. Chica aplicada.
Como era día sagrado, a los niños les llevaban también en la barca del cole al templo. Los más aplicados iban rezando por el camino. Los más trastos nos miraban con curiosidad, se reían, nos saludaban...
Luego nos fuimos a un sitio donde hacían cigarros tradicionales. No es tabaco, es otra planta y sobre todo especias (cardamomo, algo parecido al regaliz, vainilla, miel...).
Para cazarte lo primero que hacían era ofrecerte un cigarro. Miguel esto de fumar no lo había probado nunca, así que decidió que ya era hora. Yo creo que lo hizo para impresionar a las chavalas.
Luego ya nos fuimos a ver el templo grande del lago. Y resulta que aquí estaban todos los birmanos que faltaban en las otras partes del lago.
Tenían unos barcos dorados que usaban para las fiestas más grandes, pero al menos cuando estuvimos nosotros allí no los sacaron.
El templo era un complejo grande y hacía las veces de sitio de rezar, de comer, de comerciar, y de ver y ser visto. Abajo unas señoras de la etnia regional (shan), con su turbante, decidiendo de qué sabor quieren el helado. La recompensa por ir al templo.
Por dentro el templo tiene la pinta de abajo. Las grandes cajas de los lados son las de los donativos. Están por todas partes, no vaya a ser que no las veas.
A mí me sigue sorprendiendo eso de que en los templos no se pueda andar con zapatos, pero charlotear, comer o despatarrarse por el suelo no sea ningún problema.
Las mujeres son impuras, y no se pueden acercar al centro, que es la parte más sagrada. Hay un cartelito en inglés para los extranjeros que dice "Ladies are prohibited" = "Las mujeres están prohibidas". Se ve que los budistas también las conocen bien. Ya en la biblia pone que una mujer es más peligrosa que un ejército con las banderas desplegadas.
¿Y qué hay allí dentro? Pues un montón de gente apelotonada construyendo muñecos de nieve amarillos a base de pegar láminas de pan de oro. Apunte cultural de Lucía: eran estatuas de Buda. Es costumbre pegar láminas de pan de oro en las estatuas. Éstas, como se puede observar, son bastante antiguas. De hecho, es el templo más importante de la región Shan, que a su vez es la región más grande de Myanmar.
Después nos fuimos a comer, bueno, sólo Lucía, porque yo aquí estaba regular.
La señora que estaba al lado de Lucía le dijo por señas que eso había que comerlo con un pez, que así estaría mucho más bueno, y le regaló uno de los suyos. Luego le estuvo enseñando a pelarlo como es debido.
Así que Lucía probaba cosas y a mí no me dejaba casi probarlas.
Lo de arriba es una ensalada fría de fideos con especias y verduras, la mezclan directamente con la mano (ésta tenía un guante). El pececito en cuestión estaba frito y era del lago, tenía más bien poca chicha pero estaba bueno. Lo de abajo son unas bolas de masa harina de arroz, fritas por los dos lados en unos planchas con moldes al efecto.
En el otro extremo del templo había otro embarcadero donde había un flujo continuo de barcas cargadas de birmanos que iban y venían.
Los niños que se ve nadando en el fondo detectaron a una barca, para mí indistinguible de las demás, pero en la que iba una señora con sombrilla. Y allí se apelotonaron en un momento. Lo único que me puedo imaginar es que fuera una birmana más rica que ya que venía al templo, tenía que hacer donativos o algo así.
Vista de los canales desde el templo.
Luego fuimos a recoger a nuestro barquero y nos fuimos a otro pueblo. Éste pueblo no estaba en el lago, así que había que ir allí por los canales. El pueblo en cuestión es Inthein. En la guía ponía que no se podía evitar pensar en "Apocalypse now" cuando llegas - la verdad es que es un canal estrecho, estás rodeado de vegetación y parece que te van a saltar vietcongs a la barca en cualquier momento.
Una último foto saliendo de la zona del templo.
Las niñas lavando en la orilla del canal. Canales multiuso: sirven para hacer la colada, lavar los platos, lavarse los dientes, bañarse, además de como sistema de alcantarillado.
Señor pescando sin barca.
Baño diario de los búfalos de agua.
Una vez en el pueblo, dejamos a nuestro barquero y nos fuimos a dar una vuelta. Había templitos medio derruidos.
Y ya nos íbamos a ir cuando dos niños monjes que estaban jugando al lado nos dijeron por señas que les siguiésemos, que había más templos. Dudamos un rato, pero al final les seguimos. Querían que fuésemos a otro templo derruído que estaba en una colina desolada.
Eso de subir con el calor... y con chanclas...
Arriba, más templos.
Los niños querían que fuésemos todavía a otra colina más alta, donde por señas decían que estaba su monasterio.
¿Allá arriba? ¡Tú lo flipas!
Así que ya bajamos, y para limpiar nuestras almas y mejorar las posibilidades de no reencarnarnos en la próxima vida en una culebrilla de agua, les dimos un donativo. (A los monjes les da todo el mundo donativos, así que a esos nosotros también). El donativo de Miguel consistió en 150 Kyats (o unos 15 céntimos). Además le dio un billete de 100 a uno y otro de 50 a otro, así que rompió la harmonía entre ellos.
Realmente en ese pueblo había otra pagoda mucho más famosa, así que fuimos para allá. Como no pongo muchas fotos del pueblo, voy a poner una de un camioncito de los que usan por allí. Todos están abiertos para que se refrigeren mejor y no se recalienten.
Al cruzar un puente para llegar al templo, había un señor pidiendo dinero en una casetilla, diciendo que los extranjeros tenían que pagar la entrada al templo. A Lucía eso de pagar le hace menos gracia que a un judío, así que le dijo que nosotros nada de templo, que sólo queríamos pasear, ver a qué huelen las nubes y tal, y cogió un caminillo que iba un poco en otra dirección.
Por allí también había alguna mini-pagoda con pinta de no haberse usado en mucho tiempo.
Y en cuanto perdimos de vista al de la caseta, con una maniobra propia de los de operaciones especiales, me arrastró dentro del complejo del templo pasando entre un muro y el tejado. Yo iba muerto de vergüenza y refunfuñando, porque estábamos hablando a lo mejor de medio euro. Lucía dice que ella no es ratita, sino práctica.
Puntualizamos: pagoda no se veía por ningún sitio, más bien un pasillo muy muy largo lleno de tiendas con amuletos y cosas varias y un cartel diciendo que si tenías una cámara tenías que pagar. Reconozco que me da rabia que me cobren sólo por ser turista (me gasto el dinero muy a gusto en el país cuando no me obligan, sobre todo en comida). Y estoy bastante segura de que la "entrada" no iba para la restauración del templo. Además el camino lateral iba por unos "templos" o stupas semiderruidos (y reconquistados por la naturaleza, como se ve arriba) mucho más interesantes que las tiendas. Y de todas formas, cuando empezó a refunfuñar me declaré dispuesta a pagar. Sólo que el señor que nos había asaltado antes para que pagásemos ya no estaba.
Ésta es el pasillo de entrada al templo.
Conforme te vas acercando al templo en sí, ves los chiringuitos, vendiéndote todo tipo de cosas que nadie necesita. Se ve que Buda no se paseaba con un látigo por los templos, a diferencia del nuestro, que al menos ponía un poco de orden.
La idea de esta gente de un templo bonito es poner muchas pirámides (creo que técnicamente se llaman stupas).
Otra muestra de la peculiar forma que tienen los birmanos de entender el recogimiento y el respeto dentro del templo sagrado. Nótese especialmente la posición de plegaria de las dos de primer plano.
Luego, hala, a coger nuestra barca otra vez. Lo de abajo es un puente pequeño de bambú.
En los pueblecitos vendían mujeres también flores para las donaciones al templo.
Otro templo visto desde los canales.
Nuestra última visita cultural del día eran las mujeres girafa. Yo pensaba que de éstas sólo había en África. Éstas estaban tejiendo en un taller, son jovencitas así que no lo tienen muy largo. La chica tiene una cara de agobio...
Cada barquero tenía su técnica particular. Abajo dos ejemplos.
Y los que remaban también lo hacían cada uno como le petaba.
Los únicos que tenían un método estándar eran los pescadores del centro del lago. Se ve que no hay tantas maneras de remar con una pierna.
Otros vídeo de los canales de las zonas más rurales.
A la niña de la barca le compré una flor para Lucía. Si es que en el fondo soy un romántico...
De las pocas fotos en las que salimos los dos.
Y ya salimos de los canales al lago grande para volver a casa.
En el lago grande es donde están la mayoría de los pescadores.
Al de abajo se le ve la técnica de cerca.
¿Y qué hacen los pescadores cuándo parece que no hay peces? Pues cogen un palo y golpean el agua. Y al parecer con eso los peces vienen. No parece un método muy científico, pero a ellos les funciona.
vídeo
Cuando íbamos de vuelta, unos niños en barco intentaron abordarnos. Sospechamos que querían que les diésemos algo, pero nuestro barquero metió la quinta y los niños se quedaron con un palmo de narices. En el último momento consiguieron meternos un par de regalitos en el barco.
Y colorín, colorado, este post se ha acabado. Prometo no volver a poner tantas fotos.
Bueno, sólo una más: nuestro guía del día con su mata de pelo a lo John Travolta.
- "Si habéis conseguido llegar hasta aquí, os invitamos a una cerve cuando nos veamos!"
ReplyDelete- ¡Vale!
- ¡Me lo apunto! =)
ReplyDelete