Sólo encontramos una compañía que fuese, con un tour organizado, que salía de un hotel temprano por la mañana. Yo iba de regular humor porque era temprano y Miguel que es un cagaprisas no me dejaba parar para desayunar. Cuando llegamos al hotel de marras, nos dijeron que nos sentásemos que enseguida salíamos... Salimos con un cuarto de hora de retraso, para dar una vuelta a la manzana y volver a aparcar enfrente del hotel... Y nos tuvieron esperando un poco más... Resultó que teníamos que esperar a la hermana / prima / amiga del conductor. En algún momento Miguel se desesperó y se pidió un café carísimo de filtro en el hotel... sólo para escuchar 30 segundos más tarde la voz chillón de la de la agencia diciendo que nos metiésemos en el autobús. Al final salimos 1 hora más tarde de lo previsto ¡¡¡y yo sin desayunar!!! Esta gente no saben que yo para estas cosas soy muy rencorosa...
Miguel: Cuando después de pedirme yo el café, nos gritó el del autobús que ya salía por segunda vez, después de habernos dicho 1 minuto antes que todavía faltaba un cuarto de hora, a Lucía le salió del alma: "¡Qué hijo de puta!", que casi me atraganto de la risa. De las pocas veces que he visto a Lucía perjurar en arameo así.
Miguel: Cuando después de pedirme yo el café, nos gritó el del autobús que ya salía por segunda vez, después de habernos dicho 1 minuto antes que todavía faltaba un cuarto de hora, a Lucía le salió del alma: "¡Qué hijo de puta!", que casi me atraganto de la risa. De las pocas veces que he visto a Lucía perjurar en arameo así.
Además, tras un par de horas de trayecto nos subieron en otro autobús (después de un tiempo prudencial de espera en el restaurante de la agencia para que consumiésemos o contratásemos paquetes adicionales en el parque), esta vez un minibús con una amortiguación que brillaba por su ausencia. No apto para gente con problemas de columna. Y unos adelantamientos en curva para quitar el hipo. Después me preguntan que por qué no nos gustan los viajes organizados...
Durante el trayecto, como ya antes desde Singapur a Kuala Lumpur, se ve todo el rato a los lados de la carretera o selva, a veces montañosa, o plantaciones enormes de palmera. Como selva tienen mucha, la queman y luego plantan palmeras. Pero a lo bestia, como los olivares que se ven conduciendo por Jaen. De ahí sacan aceite de palma, que es como el bálsamo de Fierabrás y sirve para todo. Desde para freír hasta para hacer jabón, y se pone muchas veces en comidas elaboradas, como la margarina o los helados, para "hacer bulto y que harte".
El autobús nos dejó finalmente a orillas de un río, ya cerca del parque.
Luego la gente del autobús se empezaba a montar en los barcos de abajo. Nosotros hicimos ademán de montarnos un par de veces, pero el malayo que se había proclamado "organizador del embarque" nos decía que nosotros no. Al final se montaron las otras 20 personas del autobús en dos barcos y salieron todos menos nosotros, que nos quedamos en el muelle con cara de tontos. Los otros 2 barcos ya se habían perdido de vista y nosotros estábamos discutiendo qué hacer ahora cuando el "organizador del embarque" nos indicó que nos subiéramos en otra barca vacía. Detrás se montaron él y un amigo suyo, y nosotros tuvimos entonces barca "privada" para los dos solos. Se ve que los dos querían charlotear y hacer el payaso y preferían viajar más tranquilos sin tantos viajeros a bordo. Así que se ponían a jugar con la barca y hacer que se bambolease, y como para nosotros era la mar de divertido, pues ellos lo hacían todavía más.
Nos cruzamos con alguna barca local, más cutre que las nuestras.
Por el camino nos encontramos rebaños de búfalos bañándose, varios grupos de monos en las orillas... En una ocasión grité porque había visto un bicho grande. El conductor me preguntó que qué era y yo le dije que era una serpiente enorme. "¿Pero grande de verdad?". "Enorme. De verdad de la buena. Le he visto la cabeza". Así que dio media vuelta y fuimos a buscarlo otra vez. Lo encontramos, pero resulta que era sólo un lagarto. Eso sí, un lagarto de más de metro y medio. Adelantamos a las otras barcas que habían salido con los demás turistas y llegamos media hora antes que ellos a la entrada del Parque Nacional.
Abajo un vídeo de la llegada al pueblecito que hacía de base para las excursiones. Se ven los restaurantes flotantes en la orilla derecha. La orilla izquierda ya está protegida y hace falta permiso para visitarla.
Atracamos en uno de los restaurantes flotantes y nos fuimos a buscar un sitio para dormir.
Era viernes por la tarde y Malasia es musulmana, así que estaba cerrada la oficina central del Parque con los mapas y los guías. Preguntamos en un par de sitios y nos dijeron que había un par de recorridos que estaban preparados para los turistas, pero que si te querías alejar un poco más era necesario organizar una excursión con un guía. Y teníamos que avisar con tiempo, porque no salían grupos todos los días. Como la agencia que teníamos que coger era la misma que la del autobús, decidimos no coger nada con ellos sino contratar a uno de los guías oficiales del parque, pensando que serían más profesionales (la agencia es muy grande y se llama NKS, por si alguien va).
Como era el primer fin de semana de vacaciones escolares y el Parque estaba cerca de Kuala Lumpur, no había muchas opciones para dormir. Nos fuimos a un sitio que se llamaba la Casa Amarilla.
Lucía, en Kuala Lumpur y en Singapur había hecho una excepción, pero aquí reemprendió su habitual tarea vespertina.
Nos habíamos malacostumbrado en las ciudades, y esto volvía a ser zona rural. Había internet, pero funcionaba a ratos, y cuando le pregunté al dueño, se reía y decía que allí había "internet tropical", lo que quería decir que a veces funcionaba y a veces no. La ducha también tenía que ser "tropical", porque cuando abrías el grifo, salía agua, pero en vez de por la manguera, salía un chorro directamente del grifo a la altura del ombligo en todas las direcciones. Al final nos medio duchamos con el lavabo, al menos hasta que tiré un poco más del grifo y se salió, junto con la parte de arriba de cerámica. No pasaba nada por mojar otro poco más el suelo del baño porque ya estaba inundado. Volví a colocar el lavabo y las tuberías como pude para que se cerrase el agua y decidí que ya estaba yo lo suficientemente limpio. La verdad es que toda la oferta de hoteles de este parque era de lo peor que nos hemos encontrado durante el viaje. En general Malasia deja más que desear.
Eso sí, el dueño de la casita era la mar de simpático. Cuando le preguntamos nos dijo que se podían hacer excursiones de 2 ó 3 días por la selva sin problemas, cogió un mapita cutre y nos dibujó un par de itinerarios, diciéndonos que los tiempos y los distancias del mapa oficial estaban todos mal y nos dio él sus estimaciones de cuánto se tardaba en cada tramo de lo que se acordaba de cuando había ido de chaval. "¿Veis estos tramos que son iguales en el mapa? Pues en este se tardan 15-20 minutos y en este otro 3 horas". Bueno, la conversación fue un poco menos fluída, porque el inglés de mucha gente es sólo regular.
Y no mucho más. Nos fuimos a cenar a uno de los restaurantes flotantes que tenía un batido de plátano maravilloso.
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