Las vacas estaban acompañadas por sus amiguitos los corderitos.
Los puestos de los durian se huelen antes de ser vistos. Abajo un durian de cerca. Lo de la derecha son los gajos que se extraen con un cuchillo.
Aclaración pejiguera de tita Lü: eso no es un Durian sino una jackfruit, que se parece pero no es igual. Entre otras cosas no apesta.
Los malayos son la mar de simpaticotes y se tiraban en plancha delante mía para que les hiciese fotos. A veces me cogía desprevenida tanto desparpajo, alguna foto está desenfocada.
Este señor tuesta un pollo ya cocido - le pregunté y me dijo que le daba muy buen gusto. Aquí muchísima hablaba inglés, se nota que Singapur está cerca.
(me acabo de dar cuenta de que es el mismo señor, y como este puesto estaba en la otra punta del mercado me inclino a pensar que nos seguía)
Estas judías me encantan:
Y para acabar la sección de mercados de hoy, una fruta que en Vietnam llaman "apple rose" o rosa de manzana. Está muy buena, es muy refrescante. Éstas están un poco verdes.
Quizá para el resto del mundo está claro, pero yo no sabía que Malasia era predominantemente musulmana hasta que no empecé a leer acerca del país. Viniendo de Bangkok, donde las chicas jóvenes y no tan jóvenes van con "hot pants" (también conocidos como pantalones que llegan hasta la zona donde la pierna pierde su casto nombre), es un shock. Desde luego, te encuentras tiendas exóticas:
Seguimos con las notas culturales de Tita Lü: como parece que en todos los países de la zona, aquí también estuvimos los europeos. En este caso holandeses e ingleses, a los que les gustaba eso de tener un país lleno de árbol de la goma (Malasia es un productor muy importante). Se nota en la arquitectura:
Después nos fuimos a ver la mezquita tradicional. A la entrada estaban las indicaciones de etiqueta. A parte de llevar velo y tal, a mí me hacían gracia la que ponía que no podías llevar camisetas punk y la que prohibía tirarse a dormir en el templo.
Como nosotros no las cumplíamos, nos llevaron a un puestecillo de disfrazes que había al lado de la entrada y nos vistieron gratis.
Luego, ya mucho más dignos y respetables, nos dejaron pasar.
No nos quedamos mucho porque Lucía no paraba de quejarse de que se estaba asando (hacía 35 grados) y no estaba permitido ni quitarse la capucha. Mira que ser musulmán en un país en el que la temperatura media tiene que ser de 30 grados...
Una última foto desde fuera.
Nos fuimos a comer a un restaurante indio de la zona, y éramos los únicos que no comíamos con la mano.
Comimos chapatis en el barrio indio. Chapatis son como naán (panes indios hechos en el horno) en miniatura, éstas hechas a la plancha. Te las ponen con algún guiso, en nuestro caso uno vegetariano con garbanzos, tomates, patatitas.. muy bueno. La producción de chapatis era en cadena. A este le daba tiempo a posar, pero el que estiraba la masa sudaba como un pollo.
A Lucía le molaban más los templos chinos que los musulmanes, porque allí podía pasearse con sus pantalones de lunares. La verdad es que viendo la foto a posteriori, yo hubiese prohibido expresamente los pantalones de lunares también.
Claro que me gustan más. Mira que bichos más monos tienen:
En los templos indios los pantalones de lunares no importaban, pero había que entrar descalzo, aunque estuviese lloviendo. Guirnaldas como las de Bangkok pero con el toque kitsch indio:
Luego fuimos a ver la mezquita más grande del país. De lejos se veía esto.
Pero luego resultó que eso era la estación de tren.
La mezquita era mucho más moderna. Como era hora de oración, no nos dejaban entrar a los infieles hasta que acabase.
Un grupo de fieles al otro lado del estanque. Por lo que parece leyendo el Corán, pero desde esa distancia también podrían ser las 50 sombras de Grey.
Cerca había un parque, cuyo mayor interés era que tenían las antenas de telefonía móvil de camuflaje.
Y entramos en el museo nacional, creo que es el único museo que hemos visitado en lo que llevamos de viaje.
Y encontré mi bar:
Y luego ya a cenar a un sitio japonés en la parte moderna de la ciudad. Y abajo la cara de Lucía cuando tenía hambre, la comida delante, y a pesar de todo, yo insisto en pedirle en que espere 5 segundos para hacer una foto al plato. ¿A que se nota el cariño que me profesa?
Un último apunte, en el baño de nuestro hotel había un teléfono justo en el retrete. Se me ocurren 2 posibles explicaciones:
- hay gente que realmente se toma su tiempo y aprovecha para hablar con la parienta
- en caso de emergencia, puedes llamar a recepción a pedirles que te suban otro rollo de papel higiénico.
En Kuala Lumpur hay Ikea!. En el restaurante dónde los únicos que comeis con cubiertos sois vosotros hay una cubitera de Ikea.
ReplyDeleteSí! Yo también me di cuenta. El IKEA acabará por hacernos a todos iguales.
DeleteYa echaba de menos los baños! Y, por cierto, ya va siendo hora de volver a tierra patria: Miguel, LLEVAS CHANCLAS CON CALCETINES!
ReplyDeleteY muy orgulloso de ello. En Myanmar ya había tenido un accidente cuando me caí por un agujero de la calle en un canal de alcantarillado. Después tuve que tirar el calcetín a la basura, pero si no hubiese llevado, lo mismo me hubiesen tenido que amputar por debajo del tobillo.
DeleteMoon, no le des cuerda!! Que se envalentona y empieza a filmar videos para que veáis las cisternas en acción!
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