Lo primero por la mañana tras desperezarnos era ir al ferry de Ko Lipe. Lo que nosotros hubiéramos hecho es coger un moto-taxi para ir con las maletas desde nuestra playa a la playa del ferry, al otro lado de la isla, y luego coger un barquito para ir de la arena al ferry. Pero la de los bungalows nos dijo que era mucho mejor coger un barco-taxi por la mañana directamente que diera la vuelta a la isla y nos llevase al ferry. Así que después de desayunar le preguntamos a la de los bungalows y nos dijo que nos fuésemos al puesto de los barco-taxis. Desde luego, muy estresados no estaban. Abajo está la foto del puesto. Tras preguntar, se pusieron a hablar entre ellos un rato. No sé si estaban discutiendo por el privilegio de llevarnos, o por el de poder quedarse charloteando con el culo pegado.
Al final salió uno. Como siempre que se viaja por las islas, es mejor ir en pantalón corto y chanclas.
Al final nos dejó en el ferry, y empezó el viaje. Duró unas 8 horas. Por el camino íbamos parando en islas.
Algunas eran tipo Robinson Crusoe, con 4 ó 5 cabañas y nada más.
Así llegamos hasta en frente de Ko Lanta, una isla más grande. Allí nos dijeron a los que íbamos a Ko Phi Phi, (distinguibles por el color de la pegatina que nos pegan en la camiseta como billete) que nos cambiásemos de barco a una lancha rápida (muy nueva!). Y eso hicimos, aunque con cuidado, porque estábamos a 1 km de la costa y los barcos no estaban anclados, así que aquello se bamboleaba. Luego quedaba todavía hora y media a toda velocidad. Creo que la lancha podía llevar unos 15 pasajeros, yo conté más de 20.
El conductor, en vez de encomendarse a una virgen o algo parecido, tenía al lado del timón unas flores puestas al lado de la foto del rey de Tailandia. Eso lo veíamos en muchísimos hoteles y restaurantes de Tailandia también. Quién necesita chalecos salvavidas si ya está el rey para cuidar de nosotros.
Así llegamos a Ko Phi Phi, que afortunadamente sí que tenía muelle.
Era ya tarde, así que nos fuimos al hotel (el resort de los vikingos!), que estaba algo más alejado del centro y era más tranquilo. Para ir, nos cogimos uno de los barquitos de la foto de arriba. Nos dejaron en la playa de al lado porque para ir a nuestra playa ya estaba la marea muy baja. Nuestra cabaña resultó estar en medio de la jungla mirando hacia el mar, con un porche con hamaca doble. Gran invento, las hamacas dobles.
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