Después de la parte teórica, nos fuimos al barco otra vez.
Y otros 2 buceos en el día. Uno por la mañana y otro por la tarde. Además de montones de corales vimos morenas, barracudas y muchos bichos otra vez. Lo de abajo es una barracuda. Aunque las que vimos nosotros eran más pequeñas y tenían bastante más miedo de nosotros.
Por la tarde volvimos a las clases al centro de submarinismo. Como curiosidad, diré que allí había retrete con cisterna, así que lleno de gozo entré allí como un ciclón sin mirar nada más. Luego, más tarde me encontré con que no todo era tan idílico como creía, porque no había papel higiénico, se suponía que tenías que haber llevado tú el tuyo. En fin. De todo se aprende. Los demás estuvimos esperándole unos 20 minutos para poder empezar la clase teórica. Qué paso en el baño durante esos 20 minutos, es algo que los dos preferimos que quede en el olvido.
Luego tocaba el examen de submarinismo. El examen se hacía sin nadie que vigilase, así que estábamos los 3 que habíamos hecho el curso juntos en una habitación. Pero se hacia sin libro, mi gozo en un pozo - yo había visto que la profe del otro grupo les dejaba el libro a los alumnos, pero en nuestro caso nos puso el examen la mujer del jefe, que era más Rötenmeyer. En ese momento me arrepentí de haberme dormido en los vídeos y mientras me leía la teoría. Pero bueno, al final aprobamos los dos. Como el buceo es un deporte de equipo en el que se depende del compañero, aplicamos la misma técnica para la realización del examen. Y todos aprobamos con una nota extremadamente parecida.
Así que luego nos fuimos a cenar para celebrarlo, no sin antes comprarnos máscaras de buceo y snorkels, que a Miguel le gustan los juguetes.
Me dio hasta pena acabar el curso, lo cierto es que esos días de cole nos lo pasamos muy bien. Me llamarán nerd o empollona asquerosa, pero es como cuando se acaba el curso con tu profe favorita y sabes que ya no la vas a volver a tener :')
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