Saturday, May 17, 2014

Saigón (o ciudad de Ho Chi Minh)

El 13 de abril lo dedicamos a ver Ho Chi Minh. Saigón era el nombre antiguo de la ciudad, pero la mayor parte de la gente lo sigue llamando así y hasta el código del aeropuerto es "SGN".

Realmente yo venía ilusionado por ver cómo era la sociedad en un país comunista, pero lo único que encontré que fuese realmente distinto fue los carteles de propaganda por las calles. Pongo unos cuantos.





Y no sé yo si es algo típico comunista, porque me suenan al tipo de ilustraciones que había en países no tan lejanos en tiempos no tan lejanos, que no eran precisamente comunistas. Vamos, que me los podría encontrar en la Enciclopedia Álvarez.

Por la mañana queríamos ver el museo de la guerra de Vietnam, así que allí fuimos. Por el camino el señor de la foto de abajo estaba empeñado en demostrarme lo mucho que pesaba el artilugio que llevaba y lo fuerte que era él, así que lo llevé yo un rato. El señor también estaba empeñado en venderle un coco o dos, pero esa parte Miguel tuvo más dificultad para entenderla. 


Nosotros tardamos un buen rato en llegar al museo, porque estaba algo apartado y fuimos andando, pero realmente también se puede turistear sin cansarse mucho.


El museo de la guerra de Vietnam me gustó mucho. A lo mejor a vosotros os sorprendía menos, porque habéis vivido otros tiempos, pero yo nunca había visto tanta propaganda gubernamental junta. Especialmente tan cutre y tortillera. Y eso que dicen que cuando USA y Vietnam reanudaron las relaciones diplomáticas edulcoraron todo el museo y lo hicieron más "neutral". Aclaración: no es propaganda de los tiempos de la guerra, el museo entero es un gran centro de propaganda dolorosamente actual. Os pongo extractos de las fotos expuestas:

- "Los Estados Unidos enviaron a sus mejores unidades, junto con los mercenarios de sus países satélite al sur de Vietnam para luchar contra el ejército de liberación"

- Una cita de un jefe vietnamita: "Las montañas del sur y los ríos pertenecen al pueblo vietnamita. Está escrito claramente en el libro celestial. Aquellos que se atrevan a atacar nuestro territorio serán aniquilados inmediata e implacablemente"

- La foto de abajo. 
       1. Un soldado americano va sonriente a poner ametralladoras en su helicóptero. 
       2. El soldado dispara sonriendo su ametralladora desde el helicóptero.
       3. El soldado grita en pánico en el helicóptero porque han alcanzado a su compañero.
       4. El soldado llora en el hospital la muerte de su compañero.


- "Hasta las mujeres y los niños eran objetivos de las divisiones americanas"


- Fotos arrojando prisioneros vivos desde un helicóptero

- La foto de abajo me recordó a algunas parecidas de la guerra de Irak o de Palestina.


- "La medida americana del éxito en la guerra: si está muerto, era Vietcong"

- Cada vez que aparecía un vietnamita en una foto, no era Ernesto, sino el "heroico Ernesto", el "patriota Ernesto" o algo parecido. Y por supuesto el "vil americano" y tal.

El museo en sí no vale mucho, sólo la parte del agente naranja me pareció algo más interesante. Pero la manera en lo que lo muestran sí que pareció muy curiosa.

Lo mejor que tiene Vietnam es el café. El café es muy intenso y además SIEMPRE, con una dosis hasta para mí adecuada de leche condensada. Todos los días me tomaba un par. Abajo el cartel de un bar. Yo no lo sabía, pero el café de Vietnam es hasta famoso y son grandes exportadores. El mejor café que tienen es uno que podríamos llamar de segunda mano. Con esto me refiero a que le dan los granos a comadrejas, bichitos adorables que se los comen, los digieren, y los ... vuelven a expulsar, listos para su consumición. Es carísimo. No, no lo hemos probado.


Traducción de la carta de una cafetería: 
- Leche condensada con una pizca de café, servida caliente o fría
- Leche condensada, servida caliente o fría
- Cacao, servida caliente o frío
- Cacao con leche condensada, servida caliente o frío
- Leche condensada con limón y hielo triturado
- Leche condensada con menta verde
- Leche fresca

El paraíso de alguien que quiera adelgazar. 

Un par de vendedores ambulantes. Obsérvese la omnipresencia del gorrito vietnamita, que lejos de ser una cosa pasada de moda está en uso, y  mucho. Cómo en todos los países que hemos visitado, también es muy habitual que la gente lleve mascarilla o algún pañuelo cubriéndoles la boca para no tragarse toda la polución ambiental. 



En Vietnam los franceses, además del café, trajeron la bollería y las baguettes, algo que no habíamos visto en otros países. 


Cualquier sitio es bueno para descansar a la hora de la siesta. 


Otra cosa buena de Vietnam es que a diferencia de otros países, aquí había baños públicos gratis.

Abajo una foto de un templo budista.


Tenía adyacente una capilla dedicada a la fertilidad a la que iban constantemente, sobre todo mujeres a llevarle ofrendas. Por lo visto les preocupa mucho en Asia.


Me llama mucho al atención que todos los templos que visitamos están siempre llenos, y de gente de todas las edades. Supongo que el hecho de que sea una religión más indivualista y menos formal ayuda a que los fieles practiquen más. Desde luego, empiezan pronto. Además, entiendo que si eres niño es más diver encender los palitos de incienso, menearlos y clavarlos en algún sitio (todo lo cual dura unos 15 minutos) que el estar sentado 45 minutos quietecito.  
 

Así es como sirven el café en Vietnam. La leche condensada está abajo en la taza de cerámica. La taza metálica contiene el café y el agua caliente, que va gotendo por el filtro a la leche condensada de abajo. Según nos dijeron, desde que te lo sirven hay que esperar 5 - 10 minutos para que las gotas de café vayan bajando y esté fuerte de verdad. Siempre te ponen al lado gratis un vasito de té con hielo, que a mí me gusta regular. Lucía estaba mal de la barriga, como buena parte del viaje, así que no podía tomar cafés y se tenía que conformar con pedir agua mineral. Aún así, también le ponían el té con hielo para acompañar al agua.  


Abajo una foto del negocio de un emprendedor con poco capital. También es de arreglar ruedas como otros, pero éste en vez de un compresor de aire sólo tiene como equipo una bomba de hinchar como la de la bicicleta y un par de ruedas de colores para que se vea un poco más. Y luego en España nos quejamos. Si es que el no emprende un negocio es porque no quiere. :-)


Y por la noche de vuelta a la calle de nuestro hotel. La verdad es que no tenía muy buena pinta, a pesar de que el sitio estaba bastante bien y la chica que lo llevaba era un encanto.  Una vez que que bajé a comprar agua sin Lucía me ofrecieron un par de veces chicas y demás.







Thursday, May 15, 2014

De Camboya a Vietnam

El 12 de abril cogimos el autobús por la mañana con destino a Ho Chi Minh, la antigua Saigón, que es la principal ciudad de Vietnam (aunque la capital es Hanoi, que está al norte). 

Abajo un obrero que trabajaba en un puente sobre el Mekong. A esta gente les encanta una bandera, en este caso el puente estaba siendo financiado por China, así que estaban por todas partes. 


En las zonas rurales de Camboya este es el medio de transporte equivalente al autobús.


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Poco antes de llegar a la frontera con Vietnam, pasó el ayudante del conductor a recoger los pasaportes. Para entrar en Vietnam, al igual que con Myanmar, se necesita tramitar el visado con antelación. Nosotros lo habíamos hecho en Phnom Penh a través del hotel. Al llegar a la frontera tuvimos que bajarnos y esperar casi una hora en una sala junto con otras 200 personas todas de pie y amontonadas como en el metro de Madrid en hora punta. Los conductores de los autobuses desaparecen y se van a las ventanillas, junto con los pasaportes de todos los viajereros, y allí se encargan de que se pongan los sellos en todos. Cuando están listos todos, el conductor tiene que encontrar a todos sus pasajeros para devolverles el pasaporte con el visado sellado y ya cada uno cruza de uno en uno el control. Si suena un poco lioso, en realidad es infinitamente más, porque los camboyanos no hablan nada de inglés, así que no entiendes absolutamente nada de lo que está pasando. Además, por supuesto tú no tienes ni idea de dónde está tu conductor de autobús con tu pasaporte ni de cómo va el resto del proceso.

Luego ya entramos en Vietnam. De los primeros coches que vi fue el de abajo, que se les debió olvidar a los americanos cuando se fueron.


Vietnam es mucho más avanzado que Camboya, pero también conserva profesiones curiosas. El de abajo es uno de los que se dedican a arreglar las ruedas de las motos que pasan. Tiene su compresor de aire y su palangana para detectar pinchazos.


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Al final cuando llegamos a Ho Chi Minh y a nuestro albergue ya era tarde, así que no vimos demasiado. Primero fuimos a comprar una tarjeta SIM para el teléfono, y lo que debió ser un trámite de 5 minutos se convirtió en más de media hora, con 5 vietnamitas envueltos en la operación y teniendo que firmar documentos y contratos que parecía que íbamos a donar un riñón (por supuesto, los documentos estaban en vietnamita, vamos, que lo mismo hemos comprado una casa en Ho Chi Min y no lo sabemos)

Después nos fuimos un rato a un parque cercano. Por lo visto en Saigón son la mar de deportistas, y había gente jugando o haciendo ejercicio por todas partes. Muchos jugaban al bádminton en las aceras. Yo creo que en parte por el régimen comunista, en los parques había también aparatos de gimnasia y un montón de gente mayor usándolos.


También grupos hacían aerobic, artes marciales...


Aunque tiene que haber bastantes comunistas de Gucci, porque se ven en el centro zonas de tiendas caras y centros comerciales muy lujosos aunque prácticamente vacíos de clientes.

En el parque un grupo de chicos se acercó a nosotros y nos dijeron que eran estudiantes de la universidad, que querían practicar inglés y que si no nos importaba pasar un rato con ellos hablando. Antes de que nos dijeran qué estudiaban, yo ya había adivinado por su lenguaje que no eran precisamente de Filología Inglesa. Había uno, que era su tutor, que hablaba razonablemente para poder comunicarse, los otros creo que no habían pasado del "I am Muzzy, I am big" o "My tailor is rich". Hablamos unos 40 minutos con ellos y al final nos pidieron hacerse una foto con nosotros. Nosotros también les dimos nuestra cámara. 


Y después ya nos fuimos a cenar y a la cama. Rollitos vietnamitas con su lechuguita y su menta, ñam, ñam! 




Wednesday, May 14, 2014

Phnom Penh 2

El 11 de abril vimos un poco más de Phnom Penh. Por la mañana lo primero que hicimos fue cambiarnos de hotel a otro de la acera de enfrente. ¿Y para qué? Pues Lucía entró a preguntar y a lo mejor era 4 euros más barato. Eso es poco más de una cerveza en Munich, pero Lucía fue llegar a Asia y se aclimató a toda velocidad en cuanto vió lo que da de sí un euro aquí. 
- "¿23 euros? ¡Uff... carísimo! Vámonos de aquí, Miguelito, que esto es para caballeros con el riñón bien cubierto. Muchas gracias por la información, excelentísima señora recepcionista."
- "Espere, ¿ha venido en taxi?"
- "No, he venido andando"
- "Pues precisamente tenemos una oferta para los clientes que llegan andando al hotel por sólo 20 euros"
- "¿Has escuchado Miguelito? ¡Qué suerte la nuestra por venir andando! ¡Pues entonces nos la quedamos, excelentísima señora recepcionista!"

Así que aprovechamos la "oferta" y nos la quedamos, pero por ahorrarnos un par de euros tuvimos que hacer la maleta, transportar las mochilas al hotel de enfrente y emplear 40 minutos. En el Sudeste Asiático hay un equilibrio siempre entre el binomio tiempo-dinero. Si uno está dispuesto a emplear mucho tiempo, pueden conseguirse las cosas por poquísimo dinero, pero si se quieren rápido, hay que pagar. 

De todas formas, para Lucía esto es como un deporte y la niña es competitiva a muerte. Abajo la cara de Lucía enfrente del hotel muestra su satisfacción por haber conseguido la "oferta por haber llegado andando al hotel".


Por cierto, en este segundo hotel tenían un altarcito, como en casi todos los sitios (se ven al fondo en la foto de arriba también). Fíjate las ofrendas que le habían puesto por la mañana cuando llegamos.


¡Tacaños! ¡Ya le podían haber puesto al menos algo de mantequilla para untar!

De Phnom Penh queríamos pasar a Vietnam, yendo a Ho Chi Minh, pero resulta que justo en esas fechas era fiesta, así que casi todos los autobuses estaban llenos de gente que iba a sus pueblos y ciudades e origen. Al final conseguimos que los del hotel nos reservasen un autobús Phnom Penh - Ho Chi Minh (en Vietnam). No sé qué narices harían por teléfono, pero resulta que teníamos que ir a recoger los tickets en persona a la otra punta de la ciudad. ¿Y entonces para qué servía haber llamado por teléfono? 

Total que nos fuimos para allá en una moto con remolque a coger las entradas.

Y luego, ya que estábamos por la zona, nos fuimos a ver el mercado ruso. El mercado ruso es un mercado del sur de la ciudad en el que en los tiempos interesantes de Camboya (los años 80' - 90') podías comprar desde fusiles de asalto a minas antitanques, pero ya parece una tienda del club Disney donde se venden souvenirs a los turistas.

En cualquier caso nosotros somos turistas, así que compramos algunas cosas jugando al regateo.

La mayoría de los visitantes que viene a Phnom Penh va a ver los campos de exterminio, con pirámides de cristal llenas de calaveras, pero nosotros ya habíamos ido a la prisión, así que no fuimos. Lo dejamos para la próxima vez que vayamos.

En general las camboyanas junto con las de Myanmar me parecieron las chicas más guapas y simpáticas de todo el Sudeste Asiático. Por cierto, en Phnom Penh me ofrecieron un montón de veces chicas y todo tipo de estupefaccientes. Drogas constantemente, y chicas en cuanto andaba 2 metros por delante o por detrás de Lucía.

En general Camboya me gustó mucho y la gente era muy simpática. Tendría que volver otra vez para ver las zonas más apartadas, porque al final sólo hemos visto la zona de los templos de Angkor y la capital.

Por la noche nos fuimos a cenar al Club de los Corresponsales Extranjeros, un sitio bonito con una terraza a la orilla del Mekong.


Phnom Penh

El 10 de abril lo dedicamos a ver Phom Penh. Primero, como estaba cerca, fuimos a ver el palacio real.


Pero resulta que sólo teníamos 45 minutos para verlo, porque cerraban, así que decidimos volver por la tarde y nos fuimos a dar simplemente una vuelta por la ciudad.

El tío de abajo con el gorrito se ha montado él su propia gasolinera. Ha cogido un barril de gasolina, le ha puesto una bomba encima, una sombrilla y ha puesto un carrito de helados para diversificar. Al lado tiene el compresor para hinchar las ruedas. Un gran negocio en Camboya. La mar de apañada esta gente.


En la foto de abajo quizás se ve mejor. Se ve el mismo equipo, bidón, bomba y sombrilla. También se ve al lado del compresor una palangana con agua. La usan para ver dónde están los pinchazos en las ruedas y poner un parche. Vimos montones de gente con las motos hinchando las ruedas por la calle, no sé que será distinto en Camboya que en Europa no pasa.


Abajo otra moto con remolque de las que son típicas de aquí. Le han puesto un tanque de gasolina extra en el lateral.


Juegos de cartas por la calle.


A pesar de que no sea época de lluvias, hay bastantes puestos de paraguas para protegerse del sol. Los puedes comprar de todos los colores excepto naranjas, que están reservados para los monjes.


Vimos unos templitos pequeños, y ya que no habíamos visto el grande, entramos a ver qué era.



 Como ya hemos dicho alguna vez, los templos aquí son un poco de estar por casa. En este había una niña montando en bici con la que estuve jugando al escondite un rato. Mirad qué bien se esconde:



Después de que Lucía meditase un poco, nos fuimos a ver los mercados. Abajo una señora pescadera.


Aunque también hay puestos más lujosos.


Una señora regalando golosinas a una niña que pasaba (véase flores de loto, que son igual de adictivas que los altramuces)



Para mantener los calamares frescos, le ponen lingotes de hielo. Yo sólo los había visto antes en los tebeos del botones Sacarino, pero aquí estaban por todas partes.


La señora de abajo vende morros de cerdo.


En muchos países de por aquí vemos sopas de cabeza de pescado (con la cabeza en el plato, nada de fumets), que parece ser una exquisitez, pero una que no nos hemos atrevido a probar. Viendo tanta sangre tampoco me han entrado ganas. 


Ciertos patrones se repiten de post en post, y de país en país


A Miguel le encantaban los bichos estos. Los hemos visto también en Myanmar, aguantan muchísimo tiempo vivos y fuera del agua, tienen que ser anfibios. De vez en cuando salta alguno y se escapa del puesto, y la tendera, fastidiada, se levanta a recogerlo. 


Un puesto de delicatessen.


Las salchichas han conquistado el mundo. 


La señora de arriba tenía ventilador, la de abajo se conformaba con el abanico. 


Los lotos son preciosos, a estos también les han doblado las hojas para que queden bonitos. 


A los niños del mercado les ponen en una esquina a resolver un puzzle para que se distraigan. Lo que menos cambia de un país a otro son los juegos de los niños. 


Comida camboyana prêt-à-porter


Vendiendo fideos a granel. Las hojas de plátano, como son grandes, son practiquísimas.


Los peces al grill con los palitos estaban también por todas partes.


Y en los alrededores del mercado, gente que parece tener todo el tiempo del mundo, pocas cosas que hacer, o las dos cosas.



Estos pescados estaban puestos en una esquina cualquiera a secar:



En Phnom Penh no parecía haber taxis normales. La inmensa mayoría eran motos con remolque, pero también había ciclistas con cesta para pasajeros.


Aunque no sólo eran para pasajeros.


Las calles tenían esta pinta.


El del remolque de abajo se dedicaba a reciclar. Iban el niño con su madre. Cuando veo a niños tan pequeños trabajando me parece muy raro y me da pena, aunque seguro que más a mí que a ellos, que parecen la mar de contentos. 



La vendedora ambulante de abajo iba llevando sus bolsas en la bicicleta.


Pimientos secándose bajo el implacable sol camboyano de abril. 


Una cosa curiosa era ver en los mercados fajos de dinero falso. Por ejemplo, los 3 montones que están en la primera fila de la foto de abajo son de billetes de 100 dólares americanos. Vamos, supongo que será falso, porque no creo que el vendedor, con el gorrito roto y la bicicleta oxidada al lado tuviese en el mostrador de madera el equivalente a medio millón de euros para cambiar.


Lo de abajo me entretuvo absorto un buen rato. Es un puesto donde venden hielo. Para gente que pasa y también para los puestos del mercado. El de abajo quería media barra de hielo y se la cortaron con un serrucho en el momento. La mayor parte del hielo la trituran y la meten en sacos.


Además pasamos por ahí cuando estaban descargando las barras de hielo del camión con el invento de abajo.


Un vídeo para apreciar la maniobra.


Un puesto de pescado seco.




... Y otro de flores para compensar. Como se ve, las orquídeas son aquí como nuestros claveles. 


Nos tomamos un zumo de caña, y de nuevo se notaba que Camboya era avanzadísima comparada con Myanmar. La máquina con motor y brillante.


Tenderos jugando mientras esperan a los clientes.


Lucía se compró abalorios de un puesto en el que el señor juraba y perjuraba que aquello era plata purísima recién sacada de las minas de Camboya. A Lucía le gustaba eso de regatear y charlotear con el buen hombre, que sacaba la calculadora, pesaba la cadena y nos ponía el precio de la plata en onzas y demás, enseñando todo el rato números en la calculadora, que conforme mostrábamos nuestro desinterés iban bajando de precio. Al final se llevó un par. El señor gesticulaba un montón y aseguraba que nos hacía precios de amigos y que él con eso ya no estaba ganando nada, pero lo cierto es que cuando nos dio la bolsa parecía la mar de contento y hasta estuvo charlando con nosotros de otras cosas, así que no creo que perdiese mucho con la venta.

Después decidimos ir a ver una prisión de los jémeres rojos, y como estaba un poco lejos cogimos una motillo con remolque. Lección de historia de tita Lü: en 1975 los jémeres rojos ascendieron al poder en Camboya, en principio con mucho apoyo popular porque echaban a un tirano anterior. Nada más llegar, decretaron que todo el mundo abandonase las ciudades y volviese a lo que de verdad era bueno y sano, que era la vida rural. Phnom Penh se evacuó en los 3 días siguientes. Los colegios y los templos eran sitios de educación o cultivación espiritual, y como tales, se prohibieron. Llevar gafas era malísimo porque eras un intelectual, si hablabas idiomas lo más probable es que no durases mucho. A la gente de las ciudades los llevaron a campos de reeducación, en los que cultivaban la tierra y aprendían a vivir como campesinos de verdad. De paso los mataban de hambre y de otras formas menos sutiles. En los 4 años que duraron hasta que les echaron los vietnamitas, se cargaron a un par de millones. Los que sois mayorcitos supongo que os acordaréis más. A mí me parece increíble que siguieran pasando estas cosas en 1975. Me compré y leí un libro ("Primero mataron a mi padre"), de una superviviente que narra su vida en esos años - desde que la echaron de Phnom Pehn hasta la liberación. Muy duro, pero instructivo. 


Llegamos a la prisión conocida como S21. Durante el régimen de los jémeres rojos pasaron por ahí unos cuantos miles de personas y sólo 7 salieron con vida.

Abajo el cartelito con las normas de la prisión a la entrada.


Una traducción libre:
1. Debes responder adecuadamente a mis preguntas - No las rechaces.
2. No intentes esconder los hechos pretendiendo que esto y aquello. Está estrictamente prohibido poner en duda mi autoridad.
3. No seas estúpido, eres un tonto que se atreve a poner en peligro la revolución.
4. Tienes que responder inmediatamente a mis preguntas sin malgastar tiempo en reflexionar.
5. No me cuentes monsergas de tu inmoralidad o de la esencia de la revolución.
6. Mientras recibes latigazos o eres electrocutado, no puedes gritar en absoluto.
7. No hagas nada, quédate quieto sentado y espera a mis órdenes. Si no hay ninguna orden, no te muevas. Cuando te pida que hagas algo, debes hacerlo inmediatamente sin discutir.
8. No pongas excusas sobre Kampuchea Krom para esconder tu secreto o tu traición - Ya no me acuerdo de lo que era lo de Kampuchea Krom. Kampuchea Krom era parte Vietnam - la zona del delta del Mekong.
9. Si no sigues las reglas anteriores recibirás muchos azotes de cable eléctrico.
10. Si desobecedes algún punto de mis reglas recibirás 10 latigazos o 5 descargas eléctricas.

Básicamente se trataba de torturar a todos los presos hasta que diesen una confesión a medida del interrogador, que quería que dijeses que eras de la CIA o el FBI. Instituciones que por supuesto, la mayoría de los interrogados no conocía. Había mucho preso político, además de toda su familia y círculo de conocidos, que eran también abducidos con intención profiláctica, no se fueran a vengar. 

El tío de la foto de abajo estaba por allí y es uno de los 7 que sobrevivieron, porque resulta que era mecánico y sabía arreglar las máquinas de escribir.


Lucía culturizándose.


Lo de abajo son las normas modernas para los visitantes de la prisión, que también tienen tela. Había carteles por todas partes de que estaba prohibido reír.


Y abajo:
"Atención. Todos los visitantes nacionales e internacionales que visiten el museo del genocidio de Tuol Sleng deben respectar las siguientes reglas internas:
- Por favor guarde silencio, no haga ruido o se ría.
- Por favor siéntese de manera apropiada.
- Por favor esté concentrado espiritualmente y físicamente para guardar respecto a las almas de las víctimas que murieron injustamente en este lugar"


Después nos fuimos a tomar unas cervezas, que en este país las ponen siempre con hielo. A mí me daba lo mismo, pero Lucía despotricaba y se dedicaba a pescar con los dedos los hielos del vaso cada vez que nos las traían.

Por la tarde nos fuimos a ver el Palacio Real. Por una vez, cogimos un guía que nos contase algo y un francés que venía solo se vino con nosotros a hacer la visita.





Según nos contaba el guía, el rey actual, que ahora tiene unos 65 años de edad, ni siquiera había querido reinar nunca. Lo que le molaba era calzarse unos leotardos ajustados y un tutú y bailar. Y tenía que ser bueno, porque bailaba en la ópera de París. También era políglota y hablaba más de 10 idiomas. Pero resulta que ya bastante mayorcito, le dijeron que se volviese a Tailandia y dejase de mariposear por Europa, que le tocaba reinar, porque se había muerto el anterior. Por lo visto no le quedó otro remedio y tuvo que volver, pero probablemente porque no le interesaba mucho el poder, lo tuvo que hacer bastante bien, así que la gente le tenía muchísimo cariño. Aunque a muchos le apenaba un poco el que no parecía demasiado interesado en tener descendencia o en casarse. En un momento el guía miró para todos los lados, vió que no había otros guías cerca y nos dijo en voz muy bajita y haciendo muchos aspavientos que es que le gustaban más los hombres, pero que teníamos que guardar el secreto.

El edificio de abajo es un regalo de los franceses que guardan dentro del complejo del palacio. Ahora estaba en obras. Resulta que los franceses se lo habían regalado primero a los somalíes, pero la relación no tuvo que fructificar demasiado, así que los franceses se lo pidieron de vuelta, lo desmontaron en Somalia y lo volvieron a montar en Camboya. 


Otras partes del Palacio Real.



La torre de abajo es una tumba para cuando se muera el rey actual. Por lo visto hay montones de dibujitos y se tarda mucho en hacerla. Si esperasen a hacerla a cuando el rey se muriese, habría muy poco tiempo para que estuviese lista para el entierro. Los camboyanos tienen un dicho: "Tarea hecha, no corre prisa", así que ya van avanzando. Yo afirmo que esto Miguel se lo ha inventado, y que realmente es la tumba del rey anterior (Sihanouk) que murió hace un par de años, y al que todo el mundo le tenía cariño porque, según ellos, fue el que consiguió que Vietnam echase a los jémeres de Camboya (Nota B - el señor Sihanouk también se alió durante un tiempo con los jémeres para echar a otro jefecillo anterior, pero como siempre en estas cosas, todo depende de dónde estés)


Más partes del Palacio.



Y una última foto del Palacio Real desde fuera (sí, ya sé que son muchas).


Los camboyanos de Phnom Penh son la mar de sociables y por las tardes se van a pasear por los parques y el paseo de al lado del río.


De camino nos encontramos con una estampa curiosa: un niño, postrado rezando delante de un monje, que posteriormente le dio su bendición y siguió andando como si tal cosa. 



Había grupos haciendo danza-aeróbic en el paseo al lado del río, y Lucía le echaba más ganas que la media.


El paseo del río Mekong estaba lleno de gente, comiendo, bebiendo, jugando, paseando...



Esto es como la comida a domicilio de allí.


Por la noche nos fuimos a cenar a un mercado. Primero pensamos en cenar en la zona de alfombras, pero a mí me parece eso incomodísimo. Y la de cosas maravillosas que me habré quedado sin probar por eso... 


Así que convencí a Lucía para ir a un puesto normal. Los taburetes de plástico de la guardería no es que fuesen mucho más cómodos, pero algo mejor sí que eran.


Por la noche aprovechamos que era la "happy hour" = "hora feliz" en un barecillo muy pequeño cercano al hotel para tomarnos algo y era bastante barato. Después de tomárnos unos cóckteles ya había pasado la hora de la oferta e iba a pagar, pero la dueña, que era monilla, me dijo "I will stay happy for you", que viene a ser literalmente "Me quedaré feliz para ti". A mí me hizo tanta gracia que nos tomamos otra ronda (al precio de la hora barata).

¡Y a dormir!