Conducía Lucía, por supuesto, pero a diferencia de cuando cogimos la moto en Hoi-An, Hue era una ciudad de verdad y había un montón de motos zumbando en todas las direcciones, así que aquí iba muy despacito y la mar de nerviosa. Realmente lo mejor habría sido cerrar los ojos y acelerar. La capacidad de esquivar extranjeros de un vietnamita en moto con mujer y tres niños a bordo esta mundialmente reconocida. Y más teniendo en cuenta que en estos países los frenos parecen ser un placebo mas que algo realmente funcional. Yo mientras tanto iba detrás, agarrado con todas mis fuerzas, aunque de vez en cuando escuchaba los estertores entrecortados, y tenía que aflojar un poco el abrazo para dejarla respirar. Además, y debo añadir para mi pesar, de forma poco inteligente, se dedicaba a señalarme todas las cosas que le llamaban la atención, que eran muchas, mientras yo recitaba mantras entre los dientes. Nada más salir del centro urbano, ya nos íbamos tranquilizando. Todas las motos nos pasaban a gran velocidad, pero de repente una, en la que iba montada una señora mayor, se pone a nuestra altura, nos sonríe y nos dice en un inglés pasable: "¡Huy señorita, qué bien conduce usted la moto!". A mí me hizo mucha gracia, pero Lucía, que iba con el ceño fruncido y con los nudillos blancos de sujetar el manillar, no se sintió muy halagada. La señora empezó a charlotear y nos preguntó que a dónde íbamos. "Al mausoleo de Lăng Khải Định", le contesté. "Pues precisamente voy yo para allá porque vivo al lado y voy para casa, seguidme que me conozco el camino". Y sin decir nada más se puso a unos 10 metros delante nuestra mirando para atrás cada 30 segundos para ver si la seguíamos. Y los primeros 10 minutos la seguimos, hasta una intersección en la que ella se fue hacia la derecha, mientras que Google Maps decía que era hacia la izquierda. ¿Derecha como iba la mujer o izquierda como decía Google? Sin dudarlo un instante fuimos a la izquierda. Frente a Google, la vietnamita no tenía ninguna oportunidad. Sin embargo sólo la perdimos de vista un momento, porque la señora, que se suponía que iba a su casa, al minuto apareció zumbando a toda velocidad.
Señora de la moto: "¡Que ya os habíais equivocado! ¡Teníais que haberme seguido bien! Mira que sois un poco despistadillos..."
Yo: "Que no señora, que nosotros vamos al mausoleo, y es por aquí".
Señora: "Bueno, por aquí sí que se va al mausoleo, pero yo es que pensaba que veníais a mi casa".
Yo: "Bueno, es que en la Lonli pone que el mausoleo mola bastante, pero no pone nada de su casa"
Señora: "Pues os acompaño de todas formas"
Así que se volvió a colocar delante de nosotros, eso sí, a partir de ahora yendo en la buena dirección. Hasta que aparcamos las motos enfrente del mausoleo. Ahí la señora nos ayudó a usar un truco para enganchar el segundo casco al manillar, (debajo del asiento sólo cabe uno), así que fue útil al menos una vez.
Yo: "Bueno señora, ha sido un placer que haya conducido a 10 metros por delante de nosotros durante todo el camino echándonos todo el smog. Ahora nosotros vamos a entrar."
Señora: "Huy, el placer es mío. Les esperaré aquí a que salgan."
Yo: "Pero señora, que nosotros no tenemos ni idea del tiempo que vamos a tardar y luego nos vamos a ir a ver otro mausoleo. Es más, por si se lo estaba imaginando, no le vamos a pagar un chavo."
Señora: "¡Uff.. sucio dinero! ¡Claro que no, faltaría más! Si yo lo que quiero es practicar mi inglés, y además no tengo nada que hacer."
Yo: "Pues como quiera, hasta luego entonces".
Y adentro fuimos. Abajo la escalinata del principio.
Lucía pensando en la señora motociclista y en sus ganas de aprender inglés.
Y el edificio principal.
Está prohibido hacer fotos dentro, pero aprovechando que nadie miraba... No es que se vea mucho, pero salgo yo, que no es poco. Una suerte que Lucía se tome estas prohibiciones vietnamitas de una manera más laxa.
Realmente la escalinata era de lo más bonito. Y lo más bonito de todo el señor este sudoroso de las gafas sentado a horcajadas en la baranda.
A la salida nos estaba esperando la señora de la moto. La dijimos que íbamos al siguiente mausoleo, pero ella insistió diciendo que su casa estaba justo al lado del sitio ese, y que nos invitaba a un té, y que sólo quería practicar inglés. Lucía estaba sólo regular de convencida, pero yo me sentía explorador, así que le dije que vale. Mi gen desconfiado sólo estaba esperando escuchar las palabras mágicas de boca de la señora. Miguel esto se lo tomaba como un experimento cultural.
Así que la seguimos hasta su casa. Que tenía poco más de una habitación. Nos sirvió un poco de té y se puso a charlotear. Al principio de cosas generales, pero poco a poco la conversación se fue haciendo más y más surrealista.
Señora: "Pues la vida es difícil con dos niños, y el trabajo en el campo es muy duro y patatín y patatán".
Lucía en off: ¿qué niños? aquí no cabe nadie más, ni siquiera hay esterillas para otra que no sea ella...ni hay más ropa, ni más nada... agente de la CÍA que me tendrían que haber hecho
Yo: "Vaya, pues también es dura la vida del cubículo. Por cierto, ¿dónde están sus niños?"
Señora: "Pues hoy justamente están en el colegio"
Yo: "Pero señora, si hoy es domingo"
Señora: "Huy, es que tiene clases especiales, que por cierto son carísimas"
Gen desconfiado de Lucía: ¿ves, tesoro? Lo sabíamos!!!!!
Yo: "¡Pues yo tenía entendido que Vietnam es un país comunista y el colegio es gratis!"
Señora: "Pues cada uno tiene que pagar para ir al colegio un porrón de Dongs, y yo no tengo dinero para pagarlo. Y es una pena, porque mi niño mayor, que es listísimo, quiere ser médico."
Lucía en off: yo también, señora, yo también. Y aquí me tiene, hablando con usted.
Yo: "Pues hagáselo mirar, que creo que no está haciendo un buen negocio y le están timando, porque en Vietnam el cole es gratis, y el dinero que me dice usted que le cuesta, es más de lo que cuesta estudiar en un internado en la universidad en la capital".
Impagable la cara de la señora cuando viene un guiri con gafas enormes a decirle como funciona el sistema educativo de su país.
Señora: "Huy, qué cosas dice usted, caballero. Por cierto, ¿no querrán ustedes contribuir a la educación de mis hijos con xxx dongs?"
Yo: "Pues gracias por preguntar, señora, pero fíjese usted que no, no querría contribuir con ningún dong"
Pero el té muy rico, gracias.
Durante todo el proceso, mi gen de agente de la CÍA no hacía más que mirar hacia la puerta para ver si llegaban los matones a hacernos la encerrona.
La conversación se iba haciendo más rara por momentos, y yo estaba la mar de entretenido, pero a Lucía le parecía demasiado tenso, así que me dijo que nos fuésemos. Así que nos despedimos y nos fuimos. A toda leche no le fuese a dar tiempo a llamar a sus amigos. Por cierto, la señora al final ya no estaba tan charlatana como al principio.
Tras cruzar con la moto el río fuimos al siguiente tumba-palacio. Sufrí en el viaje en moto, porque ese día estaba regular del vientre y el traqueteo de la moto por las carreteras de allí, algunas sin asfaltar, no ayudaba nada.
Algunas fotitos del siguiente palacio.
Lucía, cuando seamos grandes, te compraré una casa como ésta...
Después decidimos ir a visitar las zonas rurales y los campos de arroz.
Ottia, se man caío las llaves de la moto!!!
El arroz crece encharcado tal que así:
Y al siguiente mausoleo. Éste era de un rey que según nuestra guía tenía fama de vago y gandul. En la entrada había una chapita en la puerta en varios idiomas. Traduzco la parte relevante: "La naturaleza contemplativa y el espíritu poético del emperador se reflejó en el escenario y ...". Me encantó. A partir de ahora no soy vago, sino de naturaleza contemplativa.
Realmente dentro del edificio de la tumba tampoco se podían hacer fotos para no profanar al emperador, pero a estas alturas yo me sentía tan crecido, que le hice una foto al guardia encargado de que no se hiciesen fotos. Crecido dice... acojonao, es lo que estaba, que las reglas son las reglas!
Es una pena que no se vea en ese momento el programa de la tele, porque era de un concurso de esos de bailar y cantar y el hombre estaba totalmente ensimismado.
En tenderetes de los alrededores de los templos vendían palitos aromáticos.
En Vietnam también hay fianza por las botellas de plástico vacías, y lo cierto es que para algunos, el reciclaje era un negocio.
En total fue un día bastante entretenido. Así que luego volvimos a devolver la moto y a agradecer al universo que no nos chocamos con nada y volvimos al hostal.
Los del hostal eran simpatiquísimos y nos invitaron a unos "dulces" tradicionales. A nosotros y unos alemanes que había rondando por ahí... nosotros nos lo comimos todo con aplomo, pero los alemanes vieron la gamba con su cáscara y todo y no lo consiguieron...
Y luego, a continuar la dura vida del viajero, nos metimos en un autobús nocturno hacia Ninh Binh, un porrón de kilómetros más al norte.
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